Muchas veces no pensamos en lo que supone para nuestro entorno lo que hacemos. Y es que podemos llegar a ser muy pesados. Si, yo el primero. Lo siento. Desde aquí pido perdón por ser tan plasta con todos los entrenos, carreras, salidas en bici, etc… que comparto con vosotros aquí, en Facebook, en Twitter o a través de imágenes en Instagram. Pero tras una conversación esta tarde, con una de esas personas que sufren todo este diluvio de kilómetros, fotos y comentarios, he comprendido que es casi tan importante como el propio entreno, tener gente con la que compartir estos momentos.

Está claro que todo lo hacemos por nosotros mismos, por superarnos, por mejorar, por nuestra salud… Pero también porque detrás nuestro hay personas que nos siguen, que nos apoyan, que creen en nosotros tanto o más que nosotros mismos. Y eso lo pude ver el fin de semana pasado en Salou, durante el Extreme Man. Al llegar el sábado por la tarde junto a Rafa y Soraya, allí nos encontramos con Jose y Yolanda que no dudaron en acompañarnos al hotel y a tomar algo para calmar los nervios y vivir un poco de nuestro half. Otra de las personas que no participaban y que estaba por allí era Judith, que incluso colaboraba con la organización en la entrega de dorsales. O Laura, que aunque no podía participar esta vez, acompañó a su pareja que si participaba (y lo hizo con un tiempazo… ¡Felicidades Didac!) e incluso se preocupo de buscarme para darme ánimos, sabiendo lo nervioso que estaba.
Donde realmente me di cuenta de que a veces arrastramos a más gente de la que pensamos es cuando sonó el despertador y bajamos a la recepción del hotel. Allí estaban ya Soraya (pareja de Rafa) y Monica (pareja de Guillermo). ¡¡OJO!! ¡¡¡Eran las 5:30 de la mañana y allí estaban!!! Y solo para acompañar a sus respectivas parejas y al resto de amigos en los metros hasta la zona de boxes, y para hacer unas inolvidables fotos de los momentos previos a la salida.

Son esos detalles que en muchas ocasiones olvidamos. O no los olvidamos, pero los vemos como algo normal cuando realmente no lo es. Que alguien que no tiene ninguna necesidad se levante un domingo a esas horas, solo para ver como entras en el agua, para luego esperar unas 4 horas para poder verte de nuevo al acabar, no tiene precio.
Y no solo eso. Esas personas de tu entorno te animan cuando las cosas salen mal, o cuando no salen como esperabas. También están ahí en los buenos momentos, haciéndote la «asistencia» como mi hermana en Monegros, guardándome la bici. O Pere, que se desplazó desde Barcelona solo para verme llegar a meta y hacerme alguna foto… ¿No es increíble? Repito, no lo valoramos en su justa medida.
Solo quería escribir estas lineas para dar las gracias a Soraya, Yolanda, Jose, Laura, Judith, Rakel, Pere, Roger, Monica y a todos los que no estuvieron allí por cualquier motivo pero hubieran estado (y estuvieron de una u otra forma a traves de mensajes, llamadas, Facebook, etc…). ¡¡GRACIAS A TODOS!!