En ocasiones es muy complicado salir a correr. Por falta de tiempo, por falta de ganas, por falta de motivación… Siempre se encuentra una excusa. Tengo mucho trabajo, hace mucho frío, tengo que ir al super… Y poco a poco se va perdiendo la forma que tanto nos había costado ganar.

Lo peor es salir después de varias semanas, e intentar correr al ritmo que lo hacías. ¡Lo difícil que es mejorar, y lo rápido que se pierde el punto de forma! Que horror por favor… Entonces te das cuenta de que las excusas ya no valen, y de que hay que coger el toro por los cuernos de una vez.
La solución «casi» perfecta para salir a correr es quedar con alguien. Y si es alguien que también está en ese momento de bajón, pues mira, los dos os ayudareis mutuamente. Pero si el que te va a acompañar va a querer que lleves un ritmo que no es el tuyo, o va a querer que te aprietes, vigila.

Lo peor que nos puede pasar cuando tenemos un momento de falta de motivación, es que el día que salgamos a entrenar, acabemos con malas sensaciones y con esas horribles agujetas que durarán 4 dolorosos días. Por eso es muy importante que, cuando volvamos a correr después de un parón, lo hagamos de forma progresiva. El primer día 4 o 5 kilómetros y si es necesario haciendo «CA-CO», es decir, CAminar y COrrer. El segundo día 5 o 6 kilómetros, y la semana siguiente subir a 7 u 8 kilómetros. Incluso más despacio si es posible, que seguro que lo es.

Si no lo hacemos el recuerdo que se nos queda es que lo pasamos tan mal, que no quieres volver a correr, con lo que pararás de nuevo. Además, empezar poco a poco ayudará a nuestras articulaciones a habituarse de nuevo a los entrenamientos, con lo que también evitaremos lesiones inoportunas que nos obliguen a pausar de nuevo los entrenos.