La Ultra Pirineu 2015 desde fuera (Parte 2)

En la parte 1 dejábamos a Mireya comiendo unos trozos de melón y un gel en el avituallamiento del kilómetro 28 de carrera. No tenía muy claro si continuar o no. Las sensaciones no eran buenas y comparadas con las de la carrera que había hecho hacía unas semanas en la zona, todavía eran peores. Alfonso y yo le comentamos que si se veía con fuerzas que intentara llegar a Bellver, en el kilómetro 40. Le quedaba una pequeña subida (El Serrat) y luego prácticamente todo era bajada hasta Bellver. El avituallamiento había cumplido su objetivo y decidió continuar, gracias también a que Noe tiraba de ella y le dijo que la acompañaba de nuevo.

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Así que me quede mirando como se iba con Noe y como comenzaba a subir. Salud estaba a media subida haciendo fotos. Seguro que eso también le daría un plus de ánimo. Mientras Alfonso y yo mirábamos avanzar a Mireya y Noe escuchamos un grito a nuestra espalda. «¡¡¡Morlacos!!!» Era Marina Gonzalez. ¡¡¡Que ilusión!!! Le dije que Mireya acaba de salir y que si apretaba un poco la pillaba. Me comentó que la había visto. También le pregunté por su hermano Joaquin (otro crack) y me dijo que había tirado junto a su marido. Así que otra cara conocida… Pensé que con un poco de suerte se juntaban Mireya y Noe con Marina y así se les haría más fácil.

Tocaba bajar a Bellver a esperar allí a Anna y Mireya. Artur y Roger acababan de pasar por allí, así que nuestro Sensei subió a buscarnos para volver al control del kilómetro 40. Durante el trayecto comentamos la jugada de como habíamos visto a Anna y a Mire y el nos explicó que Roger prácticamente no se había parado. En cambio Artur comió por los dos.

Nada más llegar a Bellver vimos a Anna que ya salía del control. También nos juntamos con Cesar que había hecho el maratón en 5 horas 29 minutos. ¡¡Un tiempazo!! Anna parecía que no había empezado a correr. Esta fresca como una lechuga. La despedimos y le dijimos que la veríamos en Gósol. Nos posicionamos en una zona con sombra y allí de nuevo otra cara conocida. Estaba Laura Puerta con unos amigos animando a todo el que pasaba. A los pocos minutos llegaba Mireya y Laura salió en su busca como alma que llevaba el diablo. ¡Que energía! Las dos juntas serán un peligro…

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Mire parecía que llegaba mejor. Aún así, no tenía claro si continuaba. Le dijimos que comiera algo y que entonces decidiera. En el control le hicieron revisión del material obligatorio. Lo llevaba todo, así que no hubo problema. No puede decir lo mismo un corredor que iba en cabeza y que descalificaron al parecer por no llevar cortavientos. Entramos al pabellón y empezamos a asistir a Mireya. Nos dijo que no continuaba. Que era un locura y que no estaba fina. El no dormir y el no desayunar bien le pesaba demasiado.

Noe y Salud le animaban a seguir. Yo no lo tenía nada claro. Es más, si por mi hubiese sido, le hubiera dicho que se retirara allí. Pero no era mi carrera. No podía decirle ni que siguiera, ni que lo dejara. Era una decisión que debía tomar ella sola. Le quedaban por delante 70 kilómetros y la mayoría de noche. Dijo un par de veces que no salía, pero al final Noe y Salud la convencieron (un poco… no del todo) y decidió (o no) salir. No había podido comer nada. Solo un sandwich. Le repuse los geles y las barritas y le medio obligué a que se comiera una barrita mientras salían. No sabéis que sensación… Me quedé hecho polvo viendo como se iban, sin estar ella convencida al 100×100. Nos miramos y en sus ojos vi que no lo tenía muy claro, pero como es muy cabezona decidió tirar. El único inconveniente es que no nos volvíamos a ver hasta Gosol, en el kilómetro 74.

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Cesar, Alfonso, Albert y yo nos fuimos a comer. Salud había desaparecido. Supusimos que había acompañado a Noe y Mireya pero no nos contestaba al teléfono y nos metimos en un bar de pueblo a comer. Al rato llamó y nos comentó que las había acompañado unos 4 kilómetros y claro, 4 de ida y 4 de vuelta suponen un ratito.

Desde allí nos fuimos a Gosol. ¡Que preciosidad de pueblo!. Está a los pies del Pedraforca, un conjunto de montañas impresionante. Allí había mucha gente animando. Los corredores que llegaban, algunos como auténticos zombies, recibían la ovación de un centenar de personas que se dejaban la garganta y las manos animando. Para los que estábamos allí eran héroes, y les quedaba la peor parte de la carrera. A Kilian y compañía les quedaba una horita para llegar a Bagà.

Allí nos encontramos a Helena, que había subido por la mañana al Pedraforca con un amigo. Otra chica para enmarcar. Positividad en estado puro también. Mientras comentábamos la carrera y las caras de los corredores, apareció el primer Morlaco. Era Artur, que llegaba corriendo. Mientras bajamos al avituallamiento nos dijo que no seguía. Se había pasado de ritmo a partir del kilómetro 28 y las piernas no le tiraban. Ese exceso le había hecho sufrir más de la cuenta en los últimos 12 kilómetros. Se retiraba. Mazazo moral para el equipo. Artur es uno de los cracks del team tanto a nivel físico como a nivel de carisma, a pesar de su juventud.

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A la media hora aproximadamente llegaba Roger. Su trote era más tranquilo. En su línea. Al llegar me dijo que se quedaba. Se había caído en una bajada y se quejaba un poco de la mano. Le dije que Artur se había retirado y que era probable que las chicas lo hicieran. Le dije en broma que «tienes que acabar al menos tú» y con solo esa frase decidió continuar. Nunca había convencido a alguien con tanta rapidez. Le ayudé con la comida y el material para que le fuera lo más sencillo posible el avituallamiento. Allí coincidió con otro crack. Jordi Plans, con el que acabó saliendo desde allí. Montaron un circo entre los dos que alegro el avituallamiento de todos los que estábamos por allí. Nunca me había reído tanto.

Así que ambos salieron juntos. Al poco, llegaba Anna. Digamos que no aparentaba llevar 74 kilómetros encima, pero su carrera empezaba en ese punto. Ya se había hecho de noche y ella nunca había corrido con frontal. Por un momento pensó en esperar a Mireya, pero le dije que no sabíamos seguro si Mireya continuaría, así que decidió seguir sola. Miramos el frontal que no le daba mucha luz y cogimos otro que llevábamos de repuesto. Tras comer un plato de pasta, le dijimos a un chico si le importaba que saliera con él. Se fueron juntos, pero el chico tenía prisa y la dejó sola a los 200 metros.

En un principio pensábamos que Mireya llegaría sobre las 8 de la tarde, pero fuimos demasiado optimistas. Me llamó para decirme que como pronto estaría por allí sobre las 11 de la noche. Así que con Salud, una amiga de Noe y Helena decidimos irnos a cenar mientras llegaba Mire. Pero a los pocos minutos nos volvió a llamar para decirnos que se retiraba. Había salido del control del kilómetro 61 y había empezado a subir, pero cuando llevaba unos 2 kilómetros decidió volver al control y retirarse. Hacía frío, era de noche y no se encontraba fina. Hubiera sido agónico llegar a Gosol, y más sin tener la seguridad (si es que se puede tener en una carrera así) de que continuaría hasta Bagà.

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Así que nos fuimos a Bagà para recogerla. Allí nos encontramos a Artur que ya estaba duchadito y estaba cenando con unas amigas (genio y figura…). También pude saludar a Gerard Morales, que había terminado en séptima posición. Tenemos una amistad desde que le entrevisté hace unos meses. Un crack en las carreras y fuera de ellas. También pude saludar a otro finisher, Ernest Crespo del ASHI TEAM. Lo conocía solo virtualmente.

En carrera nos quedaban Anna y Roger. Al llegar Mireya a Bagà otra vez nos abrazamos y nos pusimos a llorar. La verdad es que sufrí mucho el sábado. Prefiero correr y pasarlo mal fisicamente que el estrés de hacer el seguimiento a Mireya. No creo que lo vuelva a hacer.

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Con el team nos organizamos para que hubiese alguien en meta para cuando llegasen Roger y Anna. Ya le habíamos dicho a Anna que alguien estaría. Alfonso se presentó voluntario para estar allí a partir de las 6 de la mañana. ¡¡Gracias en nombre de todos Alfonso!!

Roger entraba en meta junto a Jordi Plans sobre las 6:30 de la mañana, con un tiempo de 23 horas y 28 minutos. Anna hacía lo propio a las 7:40 con 24 horas y 40 minutos, quitándose la espina de correr de noche y pasando por primera vez la distancia de los 100 kilómetros. ¡¡Vaya par de cracks!! Que sepáis los que estáis leyendo, que pillé a Anna el lunes haciendo una clase de spinning en el gimnasio…

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Ha sido una experiencia increíble pasar el fin de semana con todo el grupo. Los animadores, los familiares, los corredores, los amigos… De verdad, gracias a todos. Estas cosas son las que hacen grande el Morlacos Team. No ganaremos, no seremos los más rápidos, ni seremos más en número, pero os aseguro que pertenecer a este equipo es lo mejor que me ha pasado.

Agradecer a todos los ánimos, los mensajes de apoyo, los mensajes preguntando como iban todos ellos y las llamadas. Hacéis que todo esto tenga sentido. Lamento la extensión de la crónica, pero no he podido evitarlo. Prometo hacer la próxima mas cortita. 😉

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