Estoy pasando un bache motivacional. No tengo ganas de salir a entrenar y he de darle la vuelta a eso ya mismo. Y para remediarlo, he acompañado a Mireya a Rubí, a ver que tal se le daba el Duatlón Olímpico de Rubí, que se celebraba allí esta mañana, para ver si viendo a la gente competir y viendo el ambiente, me entran ganas de entrenar de nuevo. Así que a las 6:45 horas estaba parando la alarma del móvil y arriba…
Mientras íbamos a Rubí, no tenía claro que no lo suspendieran. Mucho, pero mucho viento durante toda la noche, y frío… bastante más que estos días atrás. Pero al llegar allí no hacía tanto aire y ya hemos visto claro que se haría completo.
Nada más llegar, muchos coches y gente con las bicis o calentando. Después de dejar la bici y las zapas con las calas, hemos ido a tomar un café para no estar pasando frío en la calle.
Hemos comprobado lo cómodo que resulta estar federado. Sin colas para recoger los dorsales, sin nervios de «no puedo ponerlo» o de «llego tarde y hay mucha cola»… Llegas, dejas la bici y te vas. Sin embargo, hemos visto a gente que apura hasta el último minuto para dejar la bici en boxes. Faltaban 10 minutos para la salida y todavía llegaba gente preguntando por donde se recogían los dorsales.
Los 10 kilómetros de run iniciales, muy rápidos. Tanto que la primera de las dos vueltas que se tenían que completar, la han hecho los primeros en unos 22 minutos. El recorrido hacía subir hasta boxes por la rambla de Rubí, para bajar de nuevo y comenzar la segunda vuelta. Al final del primer tramo de run, a Mireya le han salido los 10 kilómetros en unos 48 minutos, mejor incluso que la Cursa de Nassos del pasado 31 de diciembre.
En la transición para la bici, me comenta Mireya que esta con el estómago «raro», pero se cambia las zapas y sale con la bici. Hace algo más de viento y me voy directo a la zona cercana donde darán la vuelta para hacer la segunda parte de la bici. Pasa en unos 45 minutos diciéndome que tiene rampas en los gemelos. Ya le pasó en la Cinc Cims, pero continúa y comienza la segunda vuelta. Le digo que se deje caer hasta que la atrape algún grupo que venga por detrás, para poder coger una rueda y dejarse llevar un poco. Los de delante se le han ido, pero conociendo lo cabezona que es, seguro que ha tirado sola.
Al llegar a la T2, la veo bien. Solo le quedan 5 kilómetros de run. De run feo, porque el circuito elegido por la organización es muy, pero que muy feo. Te sacan de Rubí para hacer 2,5 kilómetros de ida y otros 2,5 kilómetros de vuelta. Encima, son algo más exigentes que los primeros 10.000 metros. Pero a unos 25 minutos veo llegar a Mire con su característica sonrisa, al escuchar los gritos de ánimo de mi hermana, mi cuñado y mi sobrina. Como siempre, se lo ha pasado genial, disfrutando de la carrera a pesar del frío, del aire y de las rampas. Otro al saco. Ahora a por el Maratón de montaña de la Ultra Trail del Montnegre Corredor (UTMC) de la semana que viene. De momento Mireya tiene la #MorlacosAttitude que yo he perdido en algún cajón..