Seguro que os ha pasado alguna vez. Y más en una carrera que empieza a las 17:30 horas. No me apetecía nada, pero nada correr. Hacía frío y las sensaciones del último entrenamiento me presagiaban un resultado pésimo, sobretodo si lo comparamos con la del año pasado en la que conseguí bajar mi mejor tiempo. Entre el parón de casi mes y medio por el esguince y unos cuantos kilos acumulados en esos días, tenía claro que no iba a ser la carrera de mi vida.
A la Cursa dels Nassos hay que llegar pronto. Por aparcar, porque seguro que has quedado con alguien, y porque al menos a las 16:30 todavía hace sol… y esperar a alguien al sol al menos es más apetecible. Dejamos en coche en el parking y nos dirigimos al punto de encuentro. Una vez allí, ya hay ambiente. Ver a la gente me ayudó y me hizo recordar uno de mis objetivos para este 2.015, que no es otro que bajar de las ya malditas 4 horas en el Marató de Barcelona. Eso me animó… Al final tendré hasta ganas de correr.
En el punto de encuentro no conseguimos ver a Rafa, Soraya, Mireia y su marido. Pero nos encontramos a Rebe y a Dolors. Ellas no corrían esta vez, pero viven el deporte de forma intensa. Unas fotos, una buena charlas, unas risas… y al cajón de salida. Mireya tiene que hacer una parada técnica en el lavabo y yo dudo un poco en si hacer lo mismo o no. Al final decidí no hacerlo y nos fuimos al cajón de salida. Allí nos encontramos a Delia y Juanlu con su hermana, que debuta en una carrera de 10kms. Nos saludamos, le deseamos mucha suerte y salimos.
Lo de los cajones hay que arreglarlo… Yo no soy un tío que corra rápido. Pero estar en un cajón que se supone que habrá gente que correrá por debajo de 4,50 el kilómetro, y encontrarse de repente, en el kilómetro 1, con un grupo de amigas que corren en linea ocupando prácticamente toda la calle, a ritmo de 6 el kilómetro, digamos que no es de recibo… Ya no porque entorpecen a los que quieren ir rápido, sino por lo que puede suponer un tropiezo con 10.000 personas detrás tuyo.
A Mireya la perdí a los pocos metros. Pude seguir su ritmo mientras esquivaba gente durante poco más de 1 kilómetro. Se hacía difícil avanzar. Tropezones, codazos, empujones… Incluso vi en primera fila un conato de pelea por un empujón… Que carácter tiene la gente…

El GPS iba pitando en cada kilómetro que íbamos completando. Todos por debajo de 5 el mil. Buf… No aguantaré… El paso por el kilómetro 5 viene justo tras un pequeño repecho (el único que hay en toda la carrera), y conseguí pasar por la alfombra en 24 minutos. Mi cabeza hace cálculos y llegué a pensar en que tal vez, sería capaz de acabar dignamente. Los primeros kilómetros fui tras la liebre de los 45 minutos, pero ya no la veía.
En una curva del kilómetro 6, veo la camiseta del Morlacos Team de Mireya. La adelanto y le hago un gesto de que a ese ritmo no acabo… En cualquier momento me pasará -pensé. Pero no lo hizo. Los metros pasan y Mireya no me adelanta. Esta resfriada y seguro que eso le pasa factura. Tiene mejor tiempo que yo en los 10.000 y está en mejor forma.
Así, sufriendo y corriendo con una posición del cuerpo muy forzada, llegábamos al kilómetro 8 prácticamente. Es la Diagonal. Punto mítico del Maratón de Barcelona y lugar donde el muro suele aparecer. Ayer no tocaba muro, pero se me hizo eterna. Esa recta de casi 1,5 kilómetros no se acababa nunca. En el kilómetro 9 la organización puso un cronometro que indicaba el tiempo de carrera. Noté como la gente apretaba los dientes. Miré el reloj en mi muñeca y vi que tal vez sería capaz de bajar mi mejor tiempo. Al girar y encarar la recta de meta, vi que era larguísima. No la recordaba tan larga del año pasado.
Solo me quedaban unos 50 segundos para completar aproximadamente unos 350 metros. Apreté un poco el ritmo, pero entre la gente, y que llegaba un poco falto de fuerzas, pasé por meta con un gap de 24 segundos más que el año pasado. Teniendo en cuenta que no esperaba bajar de 50 y tal vez de 55 minutos, parar el crono en 48:15 fue todo un exitazo.
En 48:59 entra Mireya. No ha sido su mejor carrera. Seguro que en unos días, se quita la espinita en la Cinc Cims de Corbera (26 kilómetros de trail con +1.250m de desnivel positivo). Allí me dará «pal pelo» seguro.