Después de las sensaciones con las que me quedé el sábado tras correr solo 8 kilómetros, no tenía muy claro si sería capaz de correr hoy los 12 kilómetros que tocaban. El plan de entreno no existe… voy un poco a «lo que me apetece» y de momento, de nuevo, la natación brilla por su ausencia. Tras los 105 kilómetros de bici del domingo, ayer hice un intento de entreno en la playa, pero se quedó en eso, en un intento. 15 minutos de natación con muchísimo oleaje, que incluso me supieron a poco. Ir a la boya y volver… Solo eso.
Hoy los 12 kilómetros tenían algo de desnivel, para darle a las piernas esa fuerza que necesitaran cuando se bajen de la bici en Berga, el próximo 14 de septiembre. Como velocidad no tendrán, al menos que aguanten los 21 kilómetros de running después de los 90 kilómetros de bici, que por lo que me dice todo el mundo, son exigentes.
Mañana descanso y el jueves sesión doble. A nadar por la mañana en una piscina de 50 metros, y por la tarde otros 10 o 12 kilómetros esta vez a ritmo rápido. Como siempre, la bici la tengo más o menos controlada, el running a medias y la natación olvidada. A un mes vista del Sailfish de Berga, vuelven las dudas por los 1.900 metros de natación. Aún así, lo conseguiré.