A todos nos llega ese momento. Los 10 kilómetros de una carrera popular, o los 21 kilómetros de una media maratón se quedan cortos… al menos sobre el papel. Pensamos que si somos capaces de hacer esos 21 kilómetros en una hora y media o un poco más, el maratón lo completaremos en unas 3 horas. Total, si es justo el doble…
Pero la realidad es muy distinta. En el maratón no sirven las matemáticas. Y es que en una prueba tan larga, en la que vamos al mismo ritmo durante tanto rato, pueden pasar mil cosas. Y eso hace que esta distancia enganche…
En mi caso será el cuarto maratón de Barcelona (quinto maratón si cuento el del Ironman (Triathlon de Vitoria) del pasado verano. Si bien en montaña han caído alguno más, los de asfalto son otro mundo. Nada que ver con los de montaña. Si has probado los dos sabes a lo que me refiero. 4 horas con el mismo ritmo, la misma zancada, sin cambios de terreno. Ha pesar de todo, es adictivo.
Son muchas las variables que debemos contemplar. El clima, el ritmo inicial, la hidratación, la alimentación, la ropa, las zapas… Y lo peor es que la mayoría de esas cosas no las puedes controlar.
La elección de la carrera que quieres hacer. El maratón de tu ciudad. Esa es la que quieres correr. La has planificado desde hace tiempo. Llevas 4 meses preparando concienzudamente la prueba. Ya sabes a que ritmo vas a correr, cada cuanto vas a tomarte ese gel que tanto te gusta, en que avituallamientos vas a beber…
Lo tienes todo calculado. Quieres que todo salga perfecto. Es el «DÍA D, HORA H». Y eso pasa tanto si ya has corrido alguna vez un maratón como si no. Nunca sabes lo que acabará pasando. Es muy largo. Aunque en distancia es el doble de una media maratón, realmente es más largo, al menos psicologicamente.
Pero es que si no tuviésemos todas esas dudas, que harán que la adrenalina haga de las suyas antes y durante la carrera, no podríamos llamarlo maratón. En esas dudas reside la chispa y la magia de esta distancia. Seguramente te pongas nervioso cuando corres una cursa de 10 kilómetros, pero digamos que esa distancia la tienes controlada.
Como siempre, lo más importante es disfrutar. Disfrutar del momento. Disfrutar del ambiente que verás por las calles, disfrutar del que corre a tu lado, de los momentos en los que irás solo, de cada paso que das y que te lleva un paso más cerca de la meta.
La meta… Ese arco que se ve a lo lejos. En el caso del maratón de Barcelona, para muchos la meta está al final de la Av. Paralelo. Una recta interminable en la que a lo lejos, ves el monumento de Plaza España. Lo ves pequeño, y conforme te vas acercando, va creciendo. Es la meta de tu maratón. Los laterales del Paralelo estarán abarrotados de gente que te animara a pesar de no conocerte. Te llevarán en volandas, aunque tu ritmo será cansino y lento. Llevarás casi 41 kilómetros en las piernas y, no nos olvidemos, el que ha ganado lleva casi dos horas en la meta y seguramente incluso se haya duchado ya.
Pero la magia que os decimos antes reside en que en esta distancia no solo ganará el que llegue primero. Bueno, ese ganará, pero también lo harán los que entran detrás suyo. Cada corredor tiene su historia, su motivación, su objetivo… Todos sabemos las horas que hemos invertido en prepararnos. Miramos a nuestro lado y el chico que está corriendo, el de la camiseta verde, también ha hecho casi 700 kilómetros estos 4 meses. Hoy solo es el día del examen. Pero tienes que venir con la lección aprendida. Todos y cada uno de los que salimos a correr hemos ganado desde el momento en que nos hemos puesto en la linea de salida. Nos vemos en el Maratón de Barcelona.