Con lo fácil que es salir a correr cuando hace sol o buen tiempo… Lo agradable que es ese momento del año en el que no hace frío ni calor, y correr se convierte en un ejercicio que genera endorfinas por todas partes. Pero, ¿qué pasa cuando llega el invierno? Los días son más cortos, hace frío, hay humedad y la verdad, cuesta encontrar ese compañero o compañera de entrenamientos que te acompañe.
Por la mañana tenemos varios factores que nos harán más complicado salir a correr. Cuesta salir de la cama porque hace frío. Nos apetece quedarnos calentitos bajo el nórdico en lugar de salir a correr tapados hasta las cejas. Se está mejor en la cama… Sobre todo si sales solo. Si vas en grupo todavía puedes salvarte. Has quedado y por no dejar colgado al resto irás. Eso si… Guantes, gorro, mallas largas (o no…), camiseta de manga larga o una térmica bajo la camiseta y tal vez incluso un cortavientos.
Lo ideal es al mediodía. Bueno, si tienes tiempo. El sol ha calentado un poco el ambiente y no hace tanto frío. El problema es que no todos podemos salir a esa hora. Hará algo menos de frío pero eso no significa que puedas salir en manga corta. Tienes que mantener un mínimo de ropa. Igual puedes prescindir del cortavientos o de los guantes.
Pero la tarde es el momento en el que los corredores tenemos más tiempo y es cuando salimos a entrenar casi todos. Aunque hace más frío, es más probable que encuentres un amigo que también salga a correr. El problema es que por las tardes es de noche y hay que tener en cuenta también temas como la visibilidad. Ya no para que veas mejor, sino para que te vean a ti y no tener un susto. Ropa con algún detalle reflectante, un frontal, además de la ropa que comentábamos arriba.
Y las zapas… Las zapas en invierno hay que mimarlas. Y si ha lluvia o agua más todavía. Secarlas cuando llegas a casa y un truco muy efectivo para quitarles la humedad, que es algo tan simple como meter hojas de periódico dentro de las zapas, para que absorban esa humedad y no se dañen por dentro.