El día después del maratón ha sido tal y como lo recordaba. Largo y doloroso. Pero como supongo que os habrá pasado a todos los que ayer corristeis, hoy ha sido un día diferente. Cuando habéis llegado a la oficina habéis entrado como héroes. Como si ayer hubierais ganado una batalla tan épica que os ha permitido alcanzar la gloria como runners. En las noticias no habéis aparecido en el resumen del Marató de Barcelona, pero esa medalla que ayer os colgaron tras coger el agua, os convierte en leyenda… Vuestros amigos y familiares os han reconocido el logro. De eso se trata… Habéis hecho algo muy grande.

Es cierto que todos participamos en estas locuras (o no tan locuras…) para sobretodo, reafirmarnos a nosotros mismos que podemos. Que 42 kilómetros no son nada, y que si Filípides murió al llegar a Atenas fue porque no tenía ni unas ASICS de ultima generación, ni un iPod, ni un Suunto que le informaba de que iba demasiado alto de pulsaciones. Y también para que cuando acabemos esa carrera, con más o menos horas de esfuerzo, podamos vacilar con los colegas que no han tenido ese momento de perdida de conciencia suficiente para inscribirse en la mítica distancia. Y es que el maratón nos pone en nuestro sitio. Nos demuestra que en la larga distancia no existen las matemáticas, y que hay muchísimas variables que no controlamos. Ayer nos lo demostró el Dios Sol. Los últimos 10 o 12 kilómetros, a no ser que seas del grupo de los «elegidos» por la caprichosa genética del «runner de nacimiento», no te saldrán ni de coña al ritmo que tenías previsto.
Pero el maratón no es solo 42 kilómetros a 5:35 o al ritmo que sea. No lo es. El maratón es lo que no ha salido en las noticias. El maratón son las lágrimas que esa chica derramaba al cruzar la meta de la mano de su pareja. Es ese chaval que se para y al que otro le dice que no se pare, que continúe. Es que te duele el alma en el kilómetro 29 pero no te paras… continuas aunque sea caminando porque solo te faltan 13 kilómetros para conseguirlo. El maratón es ese momento en la Av. Paral.lel en el que ves a alguien conocido que te anima como si la vida le fuera en ello. O a alguien desconocido que grita el nombre que puede leer en tu dorsal, porque la velocidad de tu zancada es tan lenta que le permitiría leer un capítulo de Juego de Tronos si lo escribieras en el dorsal.

Con la llegada de Facebook, Instagram y Twitter a nuestras vidas, además de las batallitas que nuestros amigos tendrán que soportar, también tendrán que lidiar con miles de fotos, cambios de estado, crónicas y comentarios durante días… Pero es que lo que habéis conseguido es harina de otro costal. En mi caso he corrido en este maratón 3 veces, y las tres veces ha salido rana por una cosa u otra. He participado en el Maratón de Las Tucas (Maratón del Aneto), en la MTBCN (maratón de montaña por el Garraf barcelonés), y en la Ruta de las X Ermites (50kms con 2.500m de desnivel positivo), pero os puedo asegurar que a pesar de sufrir en todas y cada una de ellas por el desnivel o por la duración de las mismas (en mi primera X Ermites tarde 10,5 horas…), un maratón de asfalto es mucho más castigador para cuerpo y mente. Aún así, tanto yo como varios miembros del Morlacos Team que hoy no podíamos bajar las escaleras con normalidad por los dolores, ya estamos seguros de que en 2.015 repetiremos. Y eso que no nos han sacado en las noticias… 😉
genial lo de «no paras (…) porque solo te faltan 13 km». Eso es motivación! Felicitaciones
Gracias virginiaabe!! Es la filosofía del Morlacos Team… Nosotros lo llamamos #morlacosattitude
Me ha encantado la entrada, no se puede decir mejor! felicidades a tod@s!
Gracias Celina!!! Un besazo!!!