Sabemos que duele. Uno se encariña. Te acompañaron en esa tirada larga donde casi lloraste (de emoción… o de lo dura que se te hizo…), en esa carrera en la que hiciste tu récord personal, o incluso en ese entreno donde solo saliste por salir a ver hasta donde llegabas. Pero como todo en la vida, las zapatillas de correr también tienen su fecha de caducidad. Y no, no vale seguir usándolas hasta que asomen los dedos… Aunque los precios de las zapas nuevas te digan lo contrario.
La regla general: entre 600 y 900 km
Así de entrada, la mayoría de las marcas y expertos recomiendan cambiar las zapatillas de running cada 600 a 900 kilómetros. ¿Por qué no hay un número más exacto? Porque depende de varios factores, como la pisada, tu peso, el tipo de terreno, tu forma de correr, y hasta si las usas para ir al súper porque te da pereza cambiarte.

¿Qué factores influyen?
1. Tu pisada (neutra, pronadora, supinadora, bailarina de una compañia de ballet rusa…)
- Pisada neutra: Sueles desgastar la zapatilla de forma equilibrada. Puedes estirar un poco más el kilometraje.
- Pronador fuerte o supinador: Ojo, porque desgastas zonas específicas antes que otras. Las zapatillas se deforman más rápido y eso puede llevar a molestias o lesiones. Mejor estar atentos y cambiarlas más cerca de los 600 km.
2. Tu peso
- Cuanto más peso soportan las zapatillas, más rápido se desgasta la amortiguación. Si eres de los que llevan una mochila llena de geles «por si acaso», cuenta eso también… 😉
3. El terreno
- Asfalto: El desgaste es progresivo, pero constante.
- Tierra compacta o senderos suaves: Suelen ser más amables con las zapatillas.
- Trail rocoso estilo “desnivel del infierno”: Las zapatillas sufren más que tú subiendo cuestas. En serio, ahí la vida útil baja bastante.
4. Tu tipo de entrenamiento
- Rodajes suaves: Las zapatillas viven más.
- Series, cambios de ritmo, y carreras: Cada entreno de estos les quita un poquito de vida. Y un poquito más de dignidad.

¿Cómo saber si ya es hora de jubilar tus zapas?
No hace falta que se rompan (aunque a veces sí). Atento a estas señales:
- La suela está lisa como pista de hielo. Yo las desgasto por el talón (la parte externa). Es la primera que se queda como unos neumaticos slick de MotoGP.
- La amortiguación ya no «rebota», sientes que corres sobre una tabla.
- Te empieza a doler una rodilla, el talón, o algo que nunca te dolía antes.
- Huelen a tigre… pero a tigre de esos grandes…
- Tienen más de 800 km y tú aún te estás convenciendo de que “pueden aguantar un poco más”. Spoiler: no.
Consejo de corredor a corredor
Lleva la cuenta. Cualquier app tipo Strava lleva una cuenta de los kilómetros que llevan tus zapas. Recuerda registrar los entrenos y seleccionar la zapatillas que has usado. Si usas más de un par (zapatillas de diario, voladoras, trail…), marca bien cuál usaste. ¡Tu yo futuro te lo agradecerá!
Y un último tip: si sientes que tus zapatillas ya no te dan amor, probablemente ya te están pidiendo el retiro. No esperes a que te hablen.

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