Sabemos cómo va la cosa. Un día te levantas con ganas de cambiar tu vida, te pones las zapatillas y sales a correr con la energía de un maratonista keniano. Pero luego, la realidad golpea: la pereza, el cansancio, la tentación de quedarte en el sofá viendo series en vez de salir a entrenar. Tranquilo, nos ha pasado a todos. Aquí te dejo algunos trucos para mantener la motivación y no rendirte a la primera excusa que se te ocurra.

Ponte una meta (pero que no sea imposible)

Si tu objetivo es “ser el nuevo Eliud Kipchoge” en un mes, quizás necesites bajar un poco las expectativas. Empieza con algo realista: correr 5 km sin detenerte, mejorar tu tiempo en una distancia corta o simplemente salir a correr tres veces por semana. Cada meta cumplida es un empujón extra de motivación.

Encuentra tu “por qué”

¿Y tú? ¿Por qué corres? Para mejorar tu salud, despejar la mente, ponerte en forma, superar a tu vecino en la próxima carrera del barrio… Sea cual sea tu motivación, recuérdala cada vez que la pereza llame a tu puerta. Tener una motivación hace que sea más fácil seguir adelante.

La música lo cambia todo

Un buen playlist puede hacer la diferencia entre un entrenamiento épico y uno en el que solo piensas en rendirte. Elige canciones que te motiven y te hagan sentir imparable. ¿No sabes qué poner? Prueba con rock, electrónica, reguetón o incluso esa playlist de los 2000 que te da vergüenza admitir que te encanta.

En este enlace te dejo la lista de Siempre Corriendo que tenemos en Spotify!!

No te obsesiones con la velocidad y la distancia

No todos los entrenamientos tienen que ser una batalla contra el cronómetro. Hay días en los que simplemente salir a trotar ya es un logro. Disfruta del proceso y no te castigues si un día no rindes como esperabas. Y te lo dice alguien que siempre acababa los entrenos picado con un amigo… (Va por ti Ruso!!)

Usa la regla de los 10 minutos

Cuando no tengas ganas de correr, prométete salir solo 10 minutos. Si después de ese tiempo sigues sin ganas, puedes volver a casa sin culpa. Spoiler: casi siempre, después de 10 minutos, decides seguir corriendo. Es como un truco mental para engañar a la pereza.

Encuentra compañía (o un rival amistoso)

Correr solo tiene su rollo, pero a veces tener un compañero o un grupo puede hacer que entrenar sea mucho más divertido. O mejor todavía, encuentra a alguien que corra más rápido que tú y úsalo como motivación para mejorar (en plan amistoso, claro… o no).

Apúntate a una carrera

Nada pone más presión que saber que en un par de meses tienes una carrera y no quieres ser el último en cruzar la meta. Apuntarte a una cursa te dará un objetivo concreto y te obligará a seguir entrenando.

No te castigues si fallas un día

No pasa nada si un día decides no correr porque estás cansado o simplemente necesitas un descanso. Lo importante es que un día de descanso no se convierta en una semana de pereza.

La motivación no siempre está ahí, pero lo importante es tener trucos para engañar al cerebro y seguir adelante. Encuentra lo que más te motiva, ponte pequeñas metas y, sobre todo, recuerda que cada kilómetro cuenta. Y si algún día de verdad no tienes ganas… bueno, siempre queda la opción de ponerte las zapatillas, salir a la calle y ver qué pasa. A veces, el simple hecho de empezar es todo lo que necesitas. ¡Vamos, que tú puedes!

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«Tu tranquilo, que yo te espero…»